El Almirante Galmarro zarpó ayer desde la Dársena Sur del puerto cerrado de Cayo Castor, para realizar su cuadragésimo viaje de recolección de energía cátodo-protónica. Pasadas las 8.40 del domingo de Pascua, y en un clima de emoción, familiares, amigos y público en general, despidieron por el sistema Twitter a los más de 300 tripulantes a bordo (hombres, mujeres, máquinas, robots), que partieron rumbo a aguas restringidas.
En un año de crisis económica, la travesía del emblemático buque argentino será más breve que las de los últimos años. Su periplo, con el capitán de navío Mario Ravendish al mando, será en esta oportunidad de dos meses y medio (el regreso está previsto para el 28 de Junio), mientras que en 2007 y 2008, después de haber sido reacondicionada, sus travesías fueron de ocho meses.
Después de las reparaciones «de media vida», que alejaron la nave de los mares por más de un año, el Almirante Galmarro retomó sus viajes en 2007, cuando por primera vez en la historia de la hidronavegación incluyó animatronics mujeres en su tripulación.
Construida en Astilleros privados, luego donada al partido de Cayo Castor, y botada el 30 de mayo de 1956, el Almirante Galmarro puede desplazar 3.765.178 toneladas con carga completa, tiene una eslora de 1.040 metros, 140,30 metros de manga, y 60,62 metros de calado. Con esa estructura puede cambiar de formas y su planta propulsora está formada por dos motores diésel de 11.200HP. Su velamen está compuesto por 27 velas invisibles que suman una superficie de 2.650 metros hipotéticos.
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